Congreso de Londres sobre Problemas Humanos

Antes de que acabe la primera conferencia, descubrirás dónde se descarrió exactamente el hombre en todas sus búsquedas anteriores de la verdad, y adquirirás el punto de vista primordial de un scientologist eficaz: no mirar hacia dentro sino hacia fuera, al mundo... y manejar a otros. Porque este es el Congreso que marcó el avance de la tecnología hacia una variedad de usos en todas las dinámicas y todos los problemas humanos; desde lo personal hasta lo global. Comenzando con esa cualidad “casi mística” de un thetán, la capacidad de conceder vida, L. Ronald Hubbard detalla aplicación tras aplicación de los principios de Scientology virtualmente a cada tipo de actividad humana; desde la educación de la juventud hasta la formación de trabajadores, e incluso medios causativos para manejar la creciente amenaza de las armas nucleares. Mientras que, para proporcionar los medios con los que un scientologist podría hacer una diferencia, dio a conocer el Curso de Eficiencia del Personal. Describiendo el curso como “la esperanza más prometedora del Hombre”, demuestra cómo incluso un poquito de Scientology puede transformar zonas enteras del vivir, con rapidez y facilidad. Aquí está el Congreso definitivo para llevar las respuestas de Scientology a todas partes, incluyendo la publicación de Los Problemas del Trabajo: Scientology Aplicada al Mundo del Trabajo Cotidiano y cómo los scientologists pueden usar este libro para ayudar al trabajador ordinario, resolver los problemas de toda una sociedad y el medio para revivir a toda una nación, de modo que recupere su antigua gloria.

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La pregunta principal que, por supuesto, se presenta ante el Hombre en este momento es: ¿va a vivir lo suficiente para aprovechar este material? Y por supuesto, todo depende de un dado en el aire, de una moneda en el aire y de otras posibilidades así… o quizás de nuestras propias capacidades y empeños.

El único juego que no creo que nos atrevamos a dejar que juegue el otro individuo es hacer explotar la Tierra. Y si podemos influenciar en detener eso de cualquier forma, bueno, creo que más o menos tenemos el deber moral de hacerlo. – L. Ronald Hubbard

Aunque la Segunda Guerra Mundial ya había terminado hacía mucho, y había pasado más de una década desde que Inglaterra sintiera la sacudida de los bombardeos nocturnos, aún quedaban las ruinas: no en las calles, pero sin duda en las mentes de su gente.

Así que en aquel otoño de 1956, L. Ronald Hubbard zarpó hacia Europa. Mientras estaba a bordo del Queen Elizabeth, escribió un libro que decía mucho sobre lo que traería a Gran Bretaña y a un continente que todavía se tambaleaba de la devastación económica de la guerra.

Aunque apropiado para todo lo demás que traería en forma de nuevas ideas, el marco fue el recién construido Royal Festival Hall, en South Bank, Londres. En su escenario se alzaban banderas de veinte naciones: cada una de ellas en representación de los países desde los que habían viajado scientologists. Y había cientos de ellos sentados en los pasillos esperando ver, escuchar y con suerte, saludar a L. Ronald Hubbard en este primer Congreso suyo fuera de Estados Unidos.

Pero éste no era simplemente un congreso más. También era la culminación de un año intensivo de viajar del señor Hubbard. Sin que la mayor parte del mundo de Scientology lo supiera y en medio de todo lo demás que estaba haciendo, continuar con su investigación, entrenar a auditores y dar conferencias en congresos en Phoenix y Washington, D. C., también había establecido un puesto avanzado de Scientology en Dublín, Irlanda.

Escogió este lugar específicamente por ser una zona del mundo donde Scientology aún era desconocida y todo con el propósito de desarrollar y poner a prueba nueva tecnología para su aplicación a gran escala. En forma aun más específica, el centro sirvió como base para refinar los procedimientos administrativos de tal modo que esta tecnología básica la pudiera diseminar cualquier scientologist en su propia zona con eficacia y éxito. Con esa finalidad justamente, Dublín era también una ciudad que aún no estaba familiarizada con el nombre de L. Ronald Hubbard, y así, como él señalara, su éxito no dependía en modo alguno de su propia fama: demostrando así que se podía repetir en cualquier parte.

Ronald Hubbard, y así, como él señalara, su éxito no dependía en modo alguno de su propia fama: demostrando así que se podía repetir en cualquier parte.

A continuación, el propio L. Ronald Hubbard subió al escenario para dar su monumental conferencia inaugural: “La Búsqueda Implacable del Hombre”. Lo que siguió fue un vistazo general a los problemas aparentemente insuperables a los que se enfrentaba la humanidad y cómo cada uno de ellos se rinde a los más simples principios de Scientology. Desde la educación de los niños a la reducción del crimen, desde el manejo del lugar de trabajo a la resolución de los crecientes conflictos internacionales, aquí estaba la llamada para que Scientology asumiera su papel en el escenario global.

Y así vino su anuncio de los medios por los cuales los scientologists de todas partes podrían lograr esa tarea con la revelación de los resultados de su Centro de Dublín y lo que por otra parte describió como “La esperanza más grande y prometedora del hombre”: el Curso de Eficiencia del Personal.

Éste incluía el recién publicado Scientology: Los Fundamentos del Pensamiento y la manera específica en que se le podía enseñar. Pero había también algo más: el libro que había escrito durante su viaje, que proporcionaba los principios y leyes superiores que aplican a todo esfuerzo, descubrimientos que explican la trama de la vida misma: Los Problemas del Trabajo: Scientology aplicada al mundo laboral diario.

Sin embargo, el señor Hubbard todavía no terminaba. Porque si bien el Curso de Eficiencia del Personal daba los medios para la aplicación a nivel popular, lo llevó a continuación a la perspectiva planetaria, proporcionando las soluciones de Scientology tanto para detener las fuerzas destructivas para el futuro del Hombre como los medios para revitalizar toda una nación.

Con ese simple fin, los delegados del congreso votaron que se hiciera una petición a los líderes mundiales y que se incorporaran dos asuntos críticos a las agendas gubernamentales: primero, investigar por completo el mal llamado campo de la curación, y segundo, detener la emisión incontrolada de radiación a la atmósfera.

Así empezó: los scientologists dando un paso al frente como quienes solucionan problemas globales.

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