Más Sobre Congreso de los Juegos
Podría haber mil razones para vivir la vida. Podría haber mil modelos según los cuales la vida se está rediseñando constantemente. Pero el que mejores resultados nos da, el que pasa la prueba, es la Teoría de Juegos. Y ningún otro lo hace. – L. Ronald Hubbard
¿Qué es la vida? Una pregunta bastante simple. Sin embargo, en 1956, durante el curso de su implacable búsqueda, L. Ronald Hubbard habló de llenar página tras página con posibles respuestas… hasta que hubo hecho una lista de unos quinientos modelos potenciales de vida. Y sólo uno, el menos probable de todos, pasó las pruebas. De ahí la conclusión, engañosa porque no parecía pertinente, si bien por completo sorprendente porque era absolutamente penetrante, de que la Vida es un juego.
Y con esa noticia esparciéndose por todo el mundo de Scientology, con la promesa de incluso más, no fue ninguna sorpresa cuando en el Congreso de Juegos se dio cita el mayor encuentro de scientologists hasta la fecha. Comenzó en un fin de semana de vacaciones del 31 de agosto de 1956. Y aunque en el Hotel Shoreham de Washington, D. C., se había visto previamente un Congreso de Scientology, éste fue diferente: fue necesaria la inmensa y recargada sala de fiestas principal para acomodar a más de 400 asistentes. Y eso sin contar a los maniquís “mamá y papá” de dos metros de altura con los que el señor Hubbard demostró el Procesamiento de Grupo entre su primera descripción y la disección de los Juegos.
Pronto los elementos y reglas de ese juego tomaron forma: libertad, barreras, propósitos… aplicables a cualquier juego; las condiciones que definen un «juego”, entre ellas: identidad, contrincantes, movimiento y emoción; aquellos que definen un “no juego”, como soluciones, serenidad y no-movimiento; los elementos del “control”: comenzar, cambiar y parar;el papel que un individuo desempeña en un juego: autodeterminado o pandeterminado; e incluso el factor de jugar un juego a sabiendas o sin saberlo.
Pero sin importar qué, dónde y cómo jugara uno, las reglas básicas eran siempre las mismas y explicaban la forma de la vida en sí.
Y ahí radicaba la esencia de todo lo demás que L. Ronald Hubbard iba a presentar: la primera edición de Scientology: Los Fundamentos del Pensamiento, el libro al que Ronald siempre se referiría como el “Libro Uno de Scientology”.
Aquí, entonces, están las conferencias decisivas sobre la razón subyacente de por qué fracasó toda búsqueda anterior de respuestas, el descubrimiento de por qué a un thetán le encantan los problemas y, a su vez, una manera totalmente nueva de enfocar la auditación, no sólo para mejorar la capacidad de uno para jugar el juego, sino para alcanzar la verdad misma.