Más Sobre Congreso de Theta Clear
Seguir viviendo requiere que uno penetre en los misterios que lo están haciendo retroceder. Y el mayor de esos misterios es el misterio de “¿Yo debería sobrevivir? ¿O yo debería sucumbir?”. – L. Ronald Hubbard
¿La meta? Clearing Y no sólo un individuo, sino cientos, incluso miles al mismo tiempo.
Era el año 1959. Y aunque Dianética y Scientology habían entrado en su décimo año, L. Ronald Hubbard estaba dando inicio a una era totalmente nueva: una que literalmente daría nueva forma a la misma imagen de Scientology, para siempre.
El desarrollo de la tecnología había avanzado de lleno hasta un logro que el señor Hubbard había buscado desde 1950. El clearing, llevado a cabo por otros auditores que no fueran él se había convertido en una realidad. En consecuencia, ahora podía concentrarse en los medios para llevarlo a cabo en forma generalizada. Sin embargo como describiera en un artículo de primavera de 1959, “El Tema del Clearing”, no era una meta nueva:
Cuando encontré en 1950 que otros auditores no podían lograr esto, me empeñé a fondo en:
“1. Estudiar todos los fenómenos relacionados con el clearing
“2. Estudiar maneras de entrenar a auditores para hacer el trabajo y
“3. El logro del estado original a gran escala por auditores en general, en todo tipo de casos”.
Primero, y como evidencia del hecho de que la tecnología había evolucionado hasta una funcionalidad muy precisa, ciertamente un nuevo nivel… impartió las Conferencias del Curso Especial Hubbard de Auditor Profesional, en abril de 1959, para que sirvieran como plan de estudio primario para un nuevo Curso de Auditor Profesional.Tanto abarcaban estas conferencias que el señor Hubbard las describió como “los fundamentos de los fundamentos”. Como énfasis adicional del hecho de que la tecnología de auditor se había estabilizado, esas mismas conferencias todavía siguen siendo hoy el curso básico de adiestramiento de auditores.
Más centrado en esto, y además de establecer ese registro permanente en su lugar, necesitaba ese nuevo Curso de Auditor Profesional, de inmediato, para entrenar rápidamente a los auditores para algo más que ahora estaba planeando.Es decir: el objetivo 3 anterior, el clearing a gran escala por auditores en general, en todo tipo de casos.
De hecho, las consideraciones prácticas del clearing generalizado lo exigían. En cuanto a puros números, cualquiera que fuera la cantidad de auditores que pudiera entrenar nunca sería lo suficientemente rápido si a cada persona había que llevarla a Clear una a una. Lo que el señor Hubbard buscaba era algún método de clearing que fuera “fácil, rápido, económico”, de manera que todo ser pudiera beneficiarse de él.
La solución está en la coauditación, en que dos auditores forman un equipo para auditarse uno a otro. Sin embargo, aunque la coauditación había existido desde hacía algunos años, lo que estaba a punto de liberar era algo completamente distinto. Venía del hecho de que toda coauditación hasta la fecha estaba compuesta de equipos de auditores entrenados. Pero si tenía que entrenar a cada persona hasta un nivel de auditor profesional antes de que pudieran auditarse entre sí, entonces no se lograría nada.
¿La solución? El señor Hubbard desarrolló un tipo de coauditación completamente diferente, para el nuevo auditor. La denominó Auditación Amordazada, ya que las acciones que se le permitían ejecutar al auditor eran en verdad mínimas, y por lo tanto, requerían poco entrenamiento. Pero ésa fue sólo la mitad de la ecuación.
A continuación, reuniendo auditores para adiestramiento en un Sexto Curso Clínico Avanzado de Londres, introdujo algo de lo que jamás habían oído hablar: los medios para que un auditor procesara a cientos, incluso a miles de personas de una sola vez. Y no con Procesamiento de Grupo, con órdenes dadas a una sala llena de gente. En lugar de eso, cantidades ilimitadas de coauditores apenas entrenados siendo auditados, en realidad, por un auditor entrenado. Era, de hecho, una de las formas más antiguas de procesamiento desarrolladas, como dijo a esos auditores del Sexto ACC de Londres:
“Así que ¿qué es esto? ¿Qué es esto? Creen que esto es nuevo. Sí, sí, muy nuevo en su tecnología, y sorprendentemente nuevo en su efectividad. Pero no es nuevo como idea. Porque así fue como conseguí montones de horas de auditación, en 1946, 47, 48 y 49.
“Ahora, por lo tanto, la idea de que un auditor maneje una gran cantidad de equipos es muy antigua. Pero la metodología con la cual se hace hoy es muy nueva”.
Sí, había una “metodología muy nueva”, y tenía todo que ver con el legendario elemento final en este período de investigación. Porque además del adiestramiento práctico de auditores en Londres, el señor Hubbard había estado investigando en otra área totalmente distinta. Y aunque los scientologists en general no sabían nada al respecto, él estaba fascinando al mundo de la horticultura con sus experimentos de invernadero, que produjeron entonces algunos resultados asombrosos: matas de jitomate de seis metros y pepinos del tamaño de sandías. Si bien la prensa estuvo pronto sacando titulares del “Laboratorio de la Era Atómica del Dr. Hubbard”, y describiendo además su “inmenso significado como descubrimiento para todos los jardineros”, el hecho sigue siendo que esos periodistas no conocían ni la mitad de la historia.
Porque, efectivamente, aquí había investigación dentro de un terreno mucho más profundo, con ramificaciones universales. Y lo que se desenterró fueron los postulados básicos de sobrevivir y sucumbir, y de cómo uno se vuelve una víctima.De ahí surgieron no sólo los factores mecánicos de por qué sucumbe la vida, sino los procesos para iniciar el clearing a gran escala.
Es más, era sólo el comienzo. Pues había sembrado algo más que pronto habría de brotar como un crecimiento a escala planetaria. Y si no se ha mencionado hasta ahora, es sólo porque así lo quiso él.
El hotel Shoreham de Washington, 4 de julio de 1959, atronadora ovación en anticipación de algo que no conocían. Momento en que las luces se atenuaron, una fotografía se proyectó en la pantalla, y se oyeron las ahora inmortales palabras de L. Ronald Hubbard: “Y ahí está Saint Hill”.